Yo más que sobrevivir,
me arrimo a lo vivo
desde mi holocausto.
A veces, lo veo pasar
y es como un peligro
que buscase quebrantar,
mi silencio de mausoleo.
Pero, lo veo pasar a veces y es,
como una música tenue
que alivia mi silencio de tumba.
También lo intuyo
en el arome de las flores
que me dejan los vivos,
Pero el olor de lo muerto, de mi muerte,
se parece más al de ellos
que al de sus flores.
No me atrevo a tocar lo que respira,
lo que late a mi alrededor
como un terremoto
que abriera la tierra en la que yazco
y quisiera sin yo quererlo,
expulsarme de mi entierro.
Con los ojos cerrados, muerto.
Muerto con los ojos abiertos.
Me habla, a veces lo vivo,
me cuentan cuentos,
y me duermo, a veces me duermo,
como si alguna vez hubiera estado despierto.
A.M.G. (2024)
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