Hay miradas
que tienen el don de la prudencia
nos miran
y parecen no querer mirarnos,
ni juzgarnos,
solo comprendernos, abrazarnos
ponernos a salvo;
son, como esas caricias de tu madre
que nunca esperan respuesta,
que se quedan en tu piel como tatuadas,
haciendo surcos de amor,
sin herirnos,
son quebrantarnos el alma.
Hay miradas que sabes que son puras
aunque estén llenas de cayos y cansadas,
que han dispuesto
en el contrato de su vida
una cláusula eterna del:
"...no pasa nada"
Son miradas de un perdón extraño,
que no busca arrepentimientos,
ni culpas, ni recompensa.
Miradas, en las que parece
que el infinito se contemple
y encuentre en ellas su final imposible.
Son miradas de luz,
a oscuras, en la penumbra, en la cueva.
A.M.G (2020)
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