El tiempo pasa inexorable
y nos condena a todos al patíbulo
porque somos culpables.
Culpables de no haber sabido redimirnos,
de clavar estacas en corazones de vampiros vencidos,
culpables de las grietas que hicieron escombros
de tiempos compartidos.
Se nos hace largo el trayecto
pese a lo corto del recorrido,
subimos y subimos escalones
para que al final nos espere el cadalso,
porque somos culpables.
Culpables de denostar al ser humano
de convertirlo en latifundio de venganzas,
en soberano inconfundible de sus males.
Culpables por las huellas que hacen caminos
a ninguna parte,
y levantan alambradas que nunca rozaran el cielo,
intentando cercar esos infiernos
que irremediablemente
cruzaran hacia nuestro lado.
Al final nos espera el tiempo con su vara de mando,
y nos ordena desplegar la arruga
para mostrar las fosas olvidadas que escondieron,
los que hoy se muestran
un tanto generosos con su recuerdo,
no eran, ni son, ni seguramente seremos tan honestos,
porque hay lágrimas que nunca se han contado
por no buscarlas
y sin embargo,
somos culpables de enjugarlas sin pañuelo,
de doblegar el sentido común
a la particularidad de lo correcto
o moderar el grito,
para que no nos duelan los oídos y el silencio.
Pero el tiempo nos muestra sin piedad
la soga del ahorcado
y ya con la lengua fuera y los pies colgando,
aún seguimos buscando la absolución:
quizá en el amor que dimos o en el que nos dieron
tuvo que ser por algo:
tal vez vencimos alguna vez la sed de sangre
y nos hicimos humanos antes de la estaca.
Es posible que en algún momento de los escombros
resurgiera una iglesia sin dioses ni demonios
o incluso que hayamos sembrado ya
una tierra de conscientes sin venganzas.
La soberanía del libre albedrío
puede que ya esté rendida al compromiso de los iguales
y en alguna parte de nuestro escenario,
ya no haga falta seguir las huellas del error
y el sacrificio inútil y despiadado.
Quién sabe si el sentido común
es ya particularmente nuestro
y lloramos por fin lágrimas visibles
gritando sin miedo en el otro lado.
La historia escribe
sobre cadáveres que estuvieron vivos
la religión
plegarias a muertos que buscaban morirse
la ciencia mata lo vivo si es necesario
en busca de respuestas
y la filosofía
mata la respuestas buscando más preguntas
Quizás el arte sea lo único que nos redima.
porque una cosa es cierta,
somos culpables.
A.M.G(2016)
Sublime Anabel
ResponderEliminarMuchas gracias Miguel, por ese sublime, lleno de comprensión... un abrazo
EliminarMe gustaría. algún día leerte algo alegre...
ResponderEliminarClaro que mientras vayan alabándote con esos "Sublime Anabel", Anabel nunca será sublime...
ResponderEliminarla belleza, nos afecta de forma inmediata, es como un golpe, lo sublime en cierta medida, es un rapto de la consciencia, el dolor sublimado se hace de pronto, visible pese a la razón y hay mucho dolor a nuestro alrededor, Josep.
EliminarCuando se pone el alma en cada sílaba o se acentúa el verso con dolor, entonces es que la excelencia se bifurca con alborozo y desenlaza eclosionando en el corazón. ¡Bravo mi buena amiga Anabel, eres única! Besos.
ResponderEliminarComo te dije... quizá sea el arte lo único que nos redima...muchos besos
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