Con cierto temblor

¿Qué haríamos sin el tambor
que nos sabe acechados
por la suavidad de la voz,
el soberano sonido del piano,
la inquietante armonía del violín
o la fría brisa del arpa?

¿Qué haríamos sin el tambor
que nos lleva a confiar
en el profundo secreto del violonchelo,
en los saltos delirantes de la flauta
en el oscuro brillante del clarinete,
o la alimentada sonoridad del fagot?

¿Qué haríamos sin el tambor,
que nos conduce sin freno,
al estallido de latentes trompetas,
a la burda sentencia de la trompa
a la fuerza torpe de la tuba,
o al permanente sobresalto del trombón?

¿Qué haríamos sin el tambor
que todo lo vuelve importante,
que todo lo agiganta,
y nos venda el pensamiento de legiones,
de romas soberanas,
de resucitados cristos?

¿Qué haríamos sin el tambor
si hasta parece dirigir al director?
( Dedicado a Pianosann un poeta de notas musicales)
A.M.G
  
                                                

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